Ana Frank y sus relaciones

Ana y su madre:

Durante su estancia en el escondite, Ana Frank se pelea a menudo con su madre. Las irritaciones mutuas se hacen notar. En su diario, Ana concluye: "Es cierto que en la mayoría de los casos mi madre es un ejemplo para mí, pero más bien un ejemplo a no seguir". Con todo, es consciente de que las peleas se ven reforzadas por lo extraordinario de la situación: "Las frases tan violentas son sólo manifestaciones de enfado, que en la vida normal habría podido ventilar dando cuatro patadas en el suelo, encerrada en una habitación, o maldiciendo a mamá a sus espaldas".

Ana y su padre:Antes del paso a la clandestinidad, Ana Frank amaba con locura a su padre: era su ídolo. Eso no cambia al principio de su estancia en el refugio, pero a medida que se hace más adulta, Ana toma cierta distancia. Siente que su padre no la trata como a un individuo y tiene la sensación de que no puede confiar en él, pues él le cuenta muy pocas cosas personales.

Enamorada de Peter:
Ana Frank no está muy entusiasmada con Peter van Pels al principio. "Un muchacho desgarbado, bastante soso y tímido, que no ha cumplido aún los dieciséis años y de cuya compañía no cabe esperar gran cosa...". No obstante, un año y medio después se enamora de él, y será él quien le dé su primer beso.